12 de septiembre de 2009

Una merienda de locos



¿Has encontrado la solución a la adivinanza? -preguntó el Sombrerero, dirigiéndose de nuevo a Alicia.
No. Me doy por vencida. ¿Cuál es la solución?
No tengo la menor idea -dijo el Sombrerero.
Ni yo –dijo la Liebre de Marzo.

A través de la tarde color de oro
el agua nos lleva sin esfuerzo por nuestra parte,
pues los que empujan los remos
son unos brazos infantiles
que intentan, con sus manitas
guiar el curso de nuestra barca.

Pero, ¡los tres son muy crueles!
ya que sin fijarse en el apacible tiempo
ni en el ensueño de la hora presente,
¡exigen un juego de una voz que apenas tiene aliento,
tanto que ni a una pluma podría soplar!
Mas, ¿qué podría una voz tan débil
contra la voluntad de los tres?

El primero, imperiosamente, dicta su decreto:
“¡Comience ya el juego!”
La segunda, un poco más amable, pide
que el juego no sea tonto,
mientras que el tercero interrumpe la historia
nada más que una vez por minuto.

Conseguido al fín el silencio,
les inventa una increíble adivinanza,
“Ahora sí pequeños querubes,
¡espero que la resuelvan sin tardanza!”

=95z 687y7915vy7967%z y7967%z y–745 y=95 +45w%253x/63w *0867%942=95

Sin embargo es posible
que digan “Yo no soy un matemático”
tengan pues una ayuda
El siguiente es mi nombre, solo hay que descifrarlo:

+45*08z687=95y79 %253w%253/6379w-745

Y por favor no se confundan queridos querubines,
ya que este espacio en realidad ha terminado
pero hasta que el misterio sea revelado,
los esperaremos en nuestro nuevo site…tomándonos una guiness…

Atte.

Lewis Carroll

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