Lego a la Humanidad todo el caudal de mi amargura.
Para los ricos, sedientos de oro, dejo la mierda de mi vida.
Para los pobres, por cobardes, mi desprecio, porque no se alzan y lo toman todo en un arranque de suprema justicia. ¡Miserables esclavos de una iglesia que les predica resignación y de un gobierno que les pide sumisión, sin darles nada en cambio!
No creí en nadie. No respete a nadie. ¿Por que? Porque nadie creyó en mi, porque nadie me respeto. Solamente los tontos o los enamorados se entregan sin condición.
¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!
¡Que farsa mas ridícula! A la Libertad la asesinan todos los que ejercen algún mando; la Igualdad la destruyen con cl dinero, y la Fraternidad muere a manos de nuestro despiadado egoísmo.
Esclavo miserable, si todavía alientas alguna esperanza, no te pares a escuchar la voz de los apóstoles: su ideal es subir y permanecer en lo alto, aun aplastando tu cabeza.
Si Jesús no quiso renunciar a ser Dios, ¿que puedes esperar de los hombres?...
¡Humanidad, te conozco; he sido una de tus victimas!
De niño, me robaste la escuela para que mis hermanos tuvieran profesión; de joven, me quitaste el amor, y en la edad madura, la fe y la confianza en mi mismo. ¡Hasta de mi nombre me despojaste para convertirlo en un apodo estrafalario y mezquino: Hilo Lacre!
Dije mis palabras, y otros las hicieron correr por suyas; hice algún bien, y otros recibieron el premio.
No pocas veces sufrí castigo por delitos ajenos.
Tuve amigos que me buscaron en sus días de hambre, y me desconocieron en sus horas de abundancia.
Cercaronme las gentes, como a un payaso, para que las hiciera reír con el relato de mis aventuras, ¡pero nunca enjugaron una sola de mis lagrimas!
Humanidad, yo te robe unas monedas; hice burla de ti, y mis vicios te escarnecieron. No me arrepiento, y al morir, quisiera tener fuerzas para escupirte en la faz todo mi desprecio.
Fui Pito Pérez: ¡una sombra que paso sin comer, de cárcel en cárcel! Hilo Lacre: ¡un dolor hecho alegría de campanas!
Fui un borracho: ¡nadie! Una verdad en pie: ¡que locura! Y caminando en la otra acera, enfrente de mi, paseo la Honestidad su decoro y la Cordura su prudencia. El pleito ha sido desigual, lo comprendo; pero del coraje de los humildes surgirá un día el terremoto, y entonces, no quedara piedra sobre piedra.
¡Humanidad, pronto cobrare lo que me debes!.
Jesús Pérez Gaona
Muy bueno Alex!
ResponderEliminar***Miserables esclavos de una iglesia que les predica resignación y de un gobierno que les pide sumisión***
Eso es ahora. Antes todo era uno y lo mismo: la iglesia "era" el gobierno, imponía sumisión a sus fieles y castigaba al que no se inclinase ante ellos. Malditos cristianos!