Aún recuerdo la primera vez que Budita entró a mi oficina. Era una mujer de cabello oscuro y ojos vidriosos, unos pantalones de mezclilla y una blusa naranja cubrian su esbelta figura. No usaba moño, lo que significaba que no era un regalo.
—Kmo pdite permitir ese robo?!!! —eso fue lo primero que dijo cuando le conte lo que había pasado con la historia. Sonaba histerica, las mujeres suelen estarlo.— demando konoser el final de la historia!!!
—Lo siento, pero lo que usted necesita es un nutriologo. Aunque consiguiera recuperar la historia no creo que le sirva de mucho —al escuchar esto se movio incomoda en su asiento.
—No me importa! —replico furiosa— igual kiero k la encuentres!
Era de las insistentes, de las que te rompen el corazón... o las piernas.
—Le advierto que mis servicios no son nada baratos —despues de todo soy un investigador privado y el ruido de las monedas cayendo en mis manos es música para mis oidos— Si quiere que encuentre la historia tendrá que darme todos los detalles.
—Asku, io no te voi a pagar nad —dijo la dama mientras se cruzaba de brazos— además fue a ti al que se la robaron, io ni estaba. No se komo le bas a axer pero me bas a kontar el final!!!
En ese momento la habitación se llenó de un silencio total. No había nada que decir, la dama había jugado bien sus cartas y lo unico que podía hacer era aceptar el caso.
—Entonxes bamos a ir o no? —dijo al tiempo que se levantaba de un salto con esa sonrisa suya que te lleva al paraiso.
—¿Disculpe? —dije mas como reproche que como duda.
—Vamos al lugar donde te robaron la historia a buscar pistas —replicó como si aquello fuera lo mas obvio del mundo. Probablemente lo era.
—Eso es lo que planeaba hacer, pero solo.
—io tambien voi a ir aunke no kieras, asi k mejor vamos juntos.
En ese momento no lo sabia, pero la dama siempre se sale con la suya; lo aprendi de la mala manera. Bueno, tampoco es que no quisiera ir con ella; es solo que estoy acostumbrado a trabajar solo.
Así que al final de cuentas volví a ceder ante sus ordenes. Saqué del cajón de mi escritorio mis dos armas (una es un revolver que siempre tengo cargada, la otra es una botella y me mantiene cargado a mi) y nos dirijimos a la escena del crimen.
No tardamos mucho en llegar, el lugar estaba bastante cerca. Las veces que había estado aqui antes estaba repleto de personas a las que apreciaba, pero eso fue hace mucho tiempo atras cuando mi vida era otra; ahora solo había silencio y soledad.
También había una libreta a la que le faltaba una hoja.
—K pasa? —dijo la dama luego de un rato.
—Nada, solo recordaba algo. —avance hasta la libreta— Aunque...
—Tienes miedo de algo, verdad? —completó ella como leyendome los pensamientos. No contesté inmediatamente, así que continuó— No creo que aiga nadie mas ademas de nosotros aki.
—Escuche —dije sin dejar de ver la libreta— llameló usted corazonada o como quiera pero algo me dice que este lugar es peligroso y deberíamos irnos inmediatamente.
—Ya veo —sonaba de repente melancolica— de modo k kres k el culpable puede volver a la esena del krimen. Pero komo podria el saber k estamos aki?
Eso era cierto, no habían razones para preocuparse a no ser que el culpable supiera que estamos aqui. El culpable. ¿Quién era?, ¿Por qué no podía encontrarlo? Piensa, de alguna manera había llegado hasta la libreta en el momento justo y no había dejado rastro.
—Conosco a una persona que es capaz de todo esto —dije tratando de ordenar mis pensamientos— pero no podría..., es decir no lo haría ṕorque...
En ese momento u ruido a mis espaldas llamó mi atención como solo una pistola al amartillarse puede hacerlo.
—Pork me ama? —su voz no reflejaba ninguna emoción.
¡Era una trampa! La dama me había engañado, no queria resover ningún caso, solo quería un cadaver. Me di vuelta lentamente, sin movimientos bruscos; tenía que verlo para creerlo.
No lo crei. Tenia en sus manos una 87 (una belleza) y me apuntaba a la cara con una inocente sonrisa.
—Aora si estas confundido no? —Y diciendo esto solto una risita al tiempo que sacaba de su bolsillo una hoja de papel. En la hoja había una historia.
No me gustaba nada como iba esto, así que decidi escribir otro final con mi revolver.
Solté la libreta y la pateé hacia ella para distraerla mientras sacaba mi arma, me aparte hacia un lado al tiempo que solté trs disparos.
Ella hizo lo mismo.
El silencio volvio a reclamar la habitación. Yo estaba en el suelo pero me levante de inmediato. La dama no estaba. Senti un dolor en mi hombro; estaba sangrando pero solo había sido un rasguño. No muy lejos de mi estaba esa vieja y maltratada hoja.
Esa fue la ultima vez que la vi.
Había resuelto el miesterio pero la dama ya no era mi cliente, además el culpable resulto ser amigo mio. Decidi cerrar el caso y ponerme a escribir algo que debí terminar hace mucho tiempo.
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