Si dos personas viven en un apartamento y hay dos cuartos de baño, entonces los dos tienen libertad para usar el cuarto de baño cuantas veces quieran y pueden estar en el cuarto de baño todo el tiempo que deseen y para lo que deseen usarlo. Y todo el mundo cree en el derecho a cuarto de baño y en la libertad a usarlo cuando le apetezca, nadie está en contra de eso, todos creemos que debería estar hasta en la Constitución.
Pero si hay veintidós personas en el apartamento y solamente dos cuartos de baño, no importa cuánto crea la gente en la libertad y el derecho a cuarto de baño, porque tales cosas no existen. Entonces hay que establecer turno para cada persona para usar el baño, se tienen que establecer normas como que no puedes usarlo para cortarte las uñas, solo para necesidades y ducharte, lo que tendrás que hacer en poco tiempo… tienes que golpear la puerta para entrar… “¿Aún no estás listo?”… y así.
De la misma manera la democracia no sobrevive cuando hay superpoblación. La dignidad humana no puede sobrevivir a ello. La comodidad y la decencia no pueden sobrevivir a ello. A medida que crece la población planetaria el valor de una vida no solamente declina, sino que al final desaparece. Ya no importa si alguien muere. Cuanta más gente hay, menos importa cada individuo.
23 de marzo de 2010
La metáfora del cuarto de baño
En el año 1500 la población mundial era de unos 400 millones de personas. Entre los años 1500 y 1800 aumentó a más del doble y volvió a doblarse entre los años 1800 y 1900 hasta alcanzar unos 1.600 millones. Hacia 1960 se volvió a doblar y de nuevo se dobló en el 2000. Somos entre 6.000 y 7.000 millones de humanos. Llegados a este punto, conviene recordar la metáfora del cuarto de baño que el genial Asimov explicó en una entrevista:
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